Los 20 escalones para dejar lo que fui y llegar a lo que verdaderamente soy. El viaje de ti a ti mismo.

1. Reconozco que estoy atrapado
Acepto, sin negación ni excusas, que hay una fuerza en mi vida que me ha superado. No estoy en control.
2. Me rindo al hecho de que no puedo seguir solo
Dejo de fingir que tengo todas las respuestas. La autosuficiencia me ha herido. Abro la puerta a una ayuda más grande que mi ego.
3. Creo en la posibilidad de sanar
No importa lo hundido que esté, hay una chispa viva dentro de mí que quiere salir a la luz. Confío en esa posibilidad.
4. Acepto que mi mente me ha mentido muchas veces
Mis pensamientos no siempre son mis aliados. Aprendo a cuestionarlos y a observarlos sin aferrarme.
5. Exploro el silencio como refugio
Me acerco a la quietud, no para huir, sino para escuchar algo más profundo que el ruido de mi compulsión.
6. Asumo responsabilidad por mis actos
Sin vergüenza, sin castigo. Simplemente veo lo que hice, y dejo de culpar al mundo por mis elecciones.
7. Perdono lo que he sido
No puedo caminar con cadenas. El perdón no es olvido, es liberación. Empiezo por mí.
8. Reparo lo que puedo, suelto lo que no
Hago lo posible por corregir el daño que causé. Donde no puedo, no me detengo. Todo llegará.
9. Me rodeo de verdad
Elijo personas, entornos y palabras que nutren mi crecimiento. Me alejo de lo que alimenta mi mentira.
10. Transformo la culpa en aprendizaje
Cada caída lleva una lección. Si la escucho, dejo de tropezar con las mismas piedras.
11. Cultivo la presencia
Vivir aquí y ahora es mi antídoto. La compulsión vive en el pasado y el futuro. Yo elijo habitar este momento.
12. Aprendo a sostener el dolor sin anestesia
El dolor también habla. Ya no huyo. Lo miro. Lo observo y lo dejo ir. Y así se transforma.
13. Descubro quién soy más allá de la adicción
No soy mi hábito. No soy mi historia. Soy algo más amplio, más profundo, que está despertando.
14. Me permito recibir amor
Me abro a ser visto, tocado y acompañado. Ya no me aíslo. El amor no es debilidad, es medicina.
15. Devuelvo lo aprendido al mundo
Mi herida se vuelve fuente. Lo que antes fue oscuridad, ahora iluminará a otros que están perdidos.
16. Nutro una práctica espiritual cotidiana
No se trata de religión, ni de credo. Se trata de conexión. Con el alma, con la vida, con algo mayor que mi miedo.
17. Honro mi proceso, sin prisa ni comparación
No me mido con otros. Cada paso cuenta. Cada día limpio es un triunfo.
18. Agradezco lo que antes maldije
Incluso mi adicción fue maestra. No soy víctima: soy alguien que ha despertado en medio del caos.
19. Me mantengo vigilante, pero no en guerra
La recaída no se combate con odio. Se previene con amor, conciencia y humildad.
20. Elijo vivir con propósito
Ya no sobrevivo. Ahora vivo. Con intención. Con sentido. Con un rumbo que nace de lo que realmente soy. Voy a ser útil a mí mismo y a los demás.